El Gato sonrió al ver a Alicia. Parecía tener un buen carácter, consideró Alicia; pero también tenía unas uñas muy largas y un gran número de dientes, de forma que pensó que convendría tratarlo con el debido respeto.
– “Minino de
Cheshire”, empezó algo tímidamente, pues no estaba del todo segura de que le
fuera a gustar el cariñoso tratamiento; pero el Gato siguió sonriendo más y
más. “¡Vaya! Parece que le va gustando”, pensó Alicia, y continuó: “¿Me podrías
indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?”
. “Eso depende de a dónde quieras llegar”, contestó el Gato.
–
“A mí no me importa
demasiado a dónde…”, empezó a explicar Alicia.
– “En ese caso, da igual hacia dónde vayas”, interrumpió el
Gato. –
“…siempre que llegue a alguna parte”, terminó Alicia a modo
de explicación. –
“¡Oh! Siempre
llegarás a alguna parte”, dijo el Gato, “si caminas lo bastante”.
A Alicia le pareció
que esto era innegable, de forma que intentó preguntarle algo más: “¿Qué clase
de gente vive por estos parajes?”. – “Por ahí”, contestó el Gato volviendo una
pata hacia su derecha, “vive un sombrerero; y por allá”, continuó volviendo la
otra pata, “vive una liebre de marzo. Visita al que te plazca: ambos están
igual de locos”.
Lewis Carrol
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